En
el Somontano
una vez más, un bello pueblo
Lugar de la provincia de Huesca,
situado en el somontano. Tiene poco más de 100 habitantes
y su altitud es de 465 metros sobre el nivel del mar. Dista
de Huesca 23 kilómetros. El gentilicio es blecuano.
Poco antes de llegar a Angüés -en pleno
somontano oscense-, una vez pasado el desvío de Siétamo,
justamente enfrente del desvío de Liesa e Ibieca, parte la carretera
(a la derecha para el viajero que procede de Huesca). Hay dos rutas
para llegar a Blecua: por Bespén y por Torres de Monte. Esta última
localidad forma municipio conjunto, de tal manera que el Ayuntamiento,
oficialmente, se denomina de Blecua-Torres. Otra opción para
ir a Blecua, es por la carretera que conduce a Ola, Alcalá del
Obispo, Fañanás, .... Son rutas andadas y desandadas en
multiples ocasiones, con profundas huellas de nuestra historia. La distancia
a la capital es tan sólo de 23 kilómetros, como se ha dicho.
El caserío de Blecua tiene un
aspecto serrano, aun cuando no llega a serlo realmente. Se eleva
sobre un altozano, con los edificios agrupados, muy juntos unos
de otros, abriéndose únicamente para dar paso a la calle principal,
que es el eje básico del casco urbano, si bien existen otras
vias de más corto trazado, con toponimia fiel a su situación:
Alta, Baja, Medio y la Balsa. La Mayor se da por partida doble,
en calle y plaza. También Santa Ana ha sido recordada en el
callejero.
Algún vecino menciona un
manantial subterráneo, que resulta una fuente similar
a la de Angüés y a la de Ola, que podría pasar por romana
o mora. No hay datos que confirmen cualquiera de los orígenes,
pudiendo ser cualquiera de ellos.
Entre 1960 y 1970 se unieron Torres
y Blecua. De todas formas, el Ayuntamiento sigue estando en
Blecua. El lugar no ha perdido su capitalidad, circunstancia
que es tenida muy en cuenta por los vecinos. En el pasado, hacia
1388, al honor de Blecua pertenecían tambien Ola, Vicién, Fraella
y Callén. Con anterioridad se dependió de Montearagón, pues
en 1099 el rey Pedro I confirmó a este monasterio la iglesia
de "Blegua". En algunos documentos del pasado se cambia la ortografia
del nombre. Otro rey aragonés, Pedro IV, dió a Juan Fernández
de Heredia el lugar de Blecua, el 29 de Septiembre de 1348,
y Elvira Pérez de Bergua lo tuvo en 1357. Juan Bautista Labaña
citó como señor del lugar, en 1610, a Martín de Bolea.
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No cabe duda de que fue recinto
amurallado, pues quedan vestigios que así lo atestiguan.
Del clásico binomio iglesia castillo queda en pie la ermita
de Santa Ana, posiblemente del siglo XIII, de estilo románico
tardío, con ábside semicircular y nave de dos tramos que se
cubre con bóveda de cañón.
Ubieto Arteta cita también la ermita de San Gregorio.
La iglesia parroquial está dedicada a Nuestra Señora de
la Asunción. Tiene planta de cruz latina, con capillas en
los laterales. La torre es del siglo XVI o principios del XVII
y consta de cuatro cuerpos, los primeros de sillería y los
superiores de ladrillo.
Tal como sucedió en los restantes lugares de la zona,
Blecua dependió en lo eclesiástico del monasterio de Montearagón,
hasta que pasó al obispado de Huesca.
Hay varias fiestas al año, según me refieren algunos vecinos:
el 9 de Mayo, el 8 de Septiembre y el 24 de Octubre.
También honran a Santa Ana, como es natural, advocación
profusamente representada, con calle y ermita.
Como otros muchos pueblos del
Altoaragón, en Blecua se aprecia ese especial cuidado
en la restauración de sus viejas casas. Labor que se
impulsa las más de las ocasiones por descendientes de
"la casa" que recuperan, con el mayor de los respetos,
para su ocio y disfrute, aquel entrañable hogar familiar.
Este positivo rejuvenecimiento, en mayor o menor medida, se
aprecia en cualquiera de sus bellos rincones, proporcionando
una agradable sensación de que el pasado logra actualizarse,
perpetuando su memoria.
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