Huesca temática

Número 120 - Mayo de 2008 English language Menú pfrincipal


Pertusa

Ibera y romana,
hospitalaria y festiva

      Villa de la provincia de Huesca, situada en el Somontano, junto al río Alcanadre. Tiene unos 149 habitantes y una extensión de. 29 Km2. Su altitud es de 204 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 30 kilómetros. Gentilicio: pertusano.
      Todavía no es Somontano, sino llanura oscense. A dieciséis kilómetros de la capital, en ruta hacia Barbastro, entre Siétamo y Belillas, nace el desvío para Pertusa, en la ruta de las aguas prometedoras. La carretera empieza recta, a la derecha de la general, pero se curva bien pronto entre carrascas y olivares. Domina el gris, que escampa de trecho en trecho para dejar ver el verde de los sembrados. Torres del Monte, Blecua y Antillón se miran con orgullo, desde sus altozanos, sobre la estrecha cinta de asfalto. Al final, Pertusa, con el Alcanadre poniéndole cerco, circunferencia de las aguas a tenor del cauce hondo, que casi da la vuelta completa a las tierras y el caserío, pequeña península emergiendo en la margen izquierda del río. Frente, al otro lado, en la cumbre más alta, blanquea la ermita de la Virgen de la Victoria con su espadaña asaeteando el firmamento azul.
      Hay que doblar más curvas para llegar al pueblo, idas y venidas caprichosas por el asfalto y cruzar el puente de cinco arcadas. Tuvo importancia la primitiva industria harinera de Pertusa. El viejo molino lo diría, aunque ya no se escuche el murmullo del agua al pegar contra los alabes de los rodetes o rodeznos bajo el abovedado cárcavo y la muela ya no gire con su monótono sonido para alumbrar la harina nueva. Se gana altura nuevamente y el río queda abajo, como en el abismo. Mirador sobre las aguas es el parque infantil, a espaldas de la Casa de la Villa construida en 1946. En algún momento se me explicó que el nombre de Pertusa significaba "piedra partida"; y tendría sentido ya que el rio Alcanadre parece hacer esto mismo, partir la piedra para abrirse paso allá, en la hondonada.
     El origen del pueblo quedó escrito en piedra. Pertusa va del esplendor romano a la arquitectura del siglo XVI. Romano es el nombre del pueblo. Perteneció a la mansión del mismo nombre, en el camino primero del itinerario de Antonio, ya en territorio de los ilergetes. Se asegura que hay restos de una calzada romana, en buen estado de conservación.
      La cripta de la parroquial de Santa María es de estilo románico puro y se supone que abarca todo el subsuelo de la iglesia actual. Los arcos se pierden entre muros que fueron levantados posteriormente. Todo el edificio restante corresponde a los siglos XVI y XVII, y hasta es posible que haya bastante obra de principios del XVIII. El claustro, aunque con remiendos y revoques modernos, habla de la colegiata de ayer. Cerca de la iglesia, pero sin formar conjunto con la misma, se alza la soberbia torre, con relieves y frisos de indudable valor. Bien merece, junto con la cripta, la declaración de monumento nacional.
     El reloj de la torre sigue midiendo puntualmente el paso del tiempo. Quizás los años de mayor esplendor se debieron a su condición de baronía de Pertusa, con dominios en distintos lugares de la comarca. En el siglo XV, la baronía era de los Bardají, pero a partir de 1503 pasó a ser propiedad de Zaragoza. Tanto es así, que algunos historiadores llegaron a considerar Pertusa como un barrio zaragozano. Las monjas de Santa Ana residieron allí y tuvieron su convento, en el caserón renacentista que albergó a la comunidad.fechado en 1718.

      Pertusa, con su historia de siglos, es un pueblo metido en el paisaje, casi una isla en medio del río Alcanadre, cerca del acueducto que acuna sueños de nuevos regadíos. Las vías de comunicación invitan al viaje, entre Huesca y Barbastro, tierra adentro, a treinta kilómetros de la capital. A ciento cinco de Zaragoza. Allí terminan las carrascas para ceder espacio a los olivares. Luego, el monte raso, verde en las primaveras y dorado en las otoñadas. El Verano atrae a aquellos que se fueron.
     La ermita de la Virgen de la Victoria, al otro lado del río, sobre la cumbre más alta, es visible desde cualquier lugar de Pertusa. Aunque de origen ibérico, Pertusa -que fue también Partusa y Dertusa- se corresponde mejor con la época romana, por estar en el itinerario de la vía procedente de Monzón, que ya es mencionado por Antonino. Quedan restos del puente de piedra sobre el Alcanadre, como testimonio irrefutable. Lope de Fortuñones fue señor del lugar en 1135.
      Aquí preparó Jaime I su ejército, según relatan los cronistas, para atacar Panzano y Lascellas. La partida donde acampó aquella gran concentración militar es conocida como Val de Rey. Por entonces corría el año 1255. En 1395 la villa fue vendida por María de Luna, mujer de Martín I, a Bernardo de Pinos, que pagó setenta y cinco mil sueldos barceloneses. Tres años después volvió al dominio real, con la promesa de no ser separada de la Corona, en cuyo caso pasaría a la ciudad de Zaragoza. «Sin embargo -relata Ana Isabel Lapeña-, Alfonso V cedió la villa como pago de una deuda a Berenguer de Bardaxí, en cuya familia permaneció hasta 1503, fecha en la que, tras una reclamación de sus pobladores, Zaragoza y Pertusa acordaron la dependencia de la segunda con respecto a la primera, en cuanto a gobierno y administración».

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      Esta es la razón de que Pertusa utilice idéntico escudo que Zaragoza, con la única diferencia de que en su bordura de plata figura la leyenda «Baronía y villa de Pertusa».
     El linaje de este apellido, correspondiente a familia infanzona oriunda de la propia localidad, documentada desde tiempos de Pedro II, utiliza escudo cuartelado, el primero y cuarto cuartel de azur, con cinco peras en su color natural y su tallo, y los segundo y tercero, de plata, con tres barras de gules cargadas con puntas de flecha de oro.
     Pertusa celebra sus fiestas los días 15 y 16 de Agosto, en honor de Nuestra Señora de la Asunción. Aunque hay otras fiestas, para San Blas y Santa Águeda.
     No se han perdido, tampoco, la tradición de las hogueras de San Antón. Las encendían en las distintas calles. A veces el fuego dura días enteros con sus correspondientes noches.
      El avistamiento de Pertusa, desde la carretera, es sorprendente; cuando nada parece avisarnos de que el pueblo está allí arriba, encaramado, al borde del abismo que el rio ha conformado con el paso de los siglos.

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 Manuel Tomé  Alfonso Zapater  Ver fotografías de este artículo .... * Alfonso Zapater. Aragón pueblo a pueblo
* Manuel Tomé Bosqued




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