La
expansión europea
de la soberanía española
El 4 de Agosto de 1578, tras la muerte
sin descendientes del rey Sebastián I de Portugal en la batalla
de Alcazarquivir (Marruecos), heredó el trono su tío abuelo,
el cardenal Enrique. Durante el reinado de éste, Felipe II se
convirtió, como hijo de Isabel de Avis, en candidato al trono
portugués junto a Antonio, el Prior de Crato y nieto del rey
portugués Manuel I, Catarina de Portugal y los duques de Saboya
y Parma. Felipe recibió el apoyo de la nobleza y el alto clero
y el Prior de Crato fue apoyado por la gran mayoría del pueblo.
A la muerte de Enrique I, el Prior
de Crato se autoproclamó Rey de Portugal el 24 de Julio de 1580.
Ante tal hecho, Felipe II reaccionó enviando a un ejército al
frente del duque de Alba para luchar contra el Prior de Crato
y reclamar sus derechos al trono. La batalla de Alcántara culminó
una rápida y exitosa campaña militar que obligó a Antonio a
huir y refugiarse en las islas Azores, de donde fue desalojado
en 1583 tras la batalla de la Isla Terceira.
Una vez tomada Lisboa, Felipe
II fue proclamado Rey de Portugal el 12 de Septiembre de 1580
con el nombre de Felipe I y jurado como tal por las Cortes reunidas
en Tomar el 15 de Abril de 1581. Reinó Portugal desde Madrid,
encargando como regente a su sobrino, el cardenal archiduque
Alberto. Los mismos que apoyaron a Felipe II acusaron más tarde
a sus descendientes, Felipe III y IV, de no velar por los intereses
lusos. El día 1 de Diciembre de 1640 -60 años después- los portugueses
restauran la independencia subiendo al trono el Duque de Bragança.
El gobierno de Felipe II, coincide con
la etapa conocida como Renacimiento. Aunque el cambio ideológico
no es tan extremo como en otros países: no se rompe abruptamente
con la tradición medieval, no desaparece la literatura religiosa,
y será en el Renacimiento cuando surjan autores ascéticos y
místicos; por ello se habla de un Renacimiento español más original
y variado que en el resto de Europa.
La literatura religiosa está encabezada por escritores como: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, fray Luis de Granada, San Juan de Ávila y fray Juan de los Ángeles.
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Miguel de Cervantes empieza a escribir
sus primeras obras. La poesía renacentista de éste se
dividió en dos escuelas: la Salmantina (Fray Luis de León) y
la Sevillana (Fernando de Herrera). En el teatro destaca la
figura de Lope de Vega, que aún acaparará más importancia en
el reinado de Felipe III, al igual que Miguel de Cervantes.
Entre los pintores más famosos destacan El Greco, Tiziano, Antonio
Moro o Brueghel el Viejo. Alonso Sánchez Coello fue el pintor
de cámara de Felipe II. .
Es el apogeo de los arquitectos españoles, entre los que destacan Juan de Herrera, Juanelo Turriano, Francisco de Mora o Juan Bautista de Toledo, que tiene como resultado la aparición de un nuevo estilo, que se caracteriza por el predominio de los elementos constructivos, la ausencia decorativa, las líneas rectas y los volúmenes cúbicos. Este estilo sería bautizado posteriormente como estilo herreriano. Construyeron edificios religiosos y mortuorios como el Monasterio del Escorial o la Catedral de Valladolid; civiles o administrativos como la Casa de la Panadería o la Casa de la Moneda de Segovia, y militares como la Ciudadela de Pamplona.
De hecho, a esta época, en la que existen escritores y dramaturgos de gran talla, y acaban de nacer los que destacarán bajo el gobierno de Felipe III, se le conoce como el Siglo de Oro o el apogeo de la cultura española
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