Huesca temática

Número 73. Junio de 2004 English language Menú pfrincipal


Parque de Miguel Servet (Huesca)

Un Parque Municipal
para una inexcusable visita


      Fue creado hace casi 70 años, es una de las joyas más preciadas que posee la ciudad. Ocupa además el mismo lugar por el que se extendieron en el siglo XVII los célebres jardines del Palacio de Lastanosa, cuyos elementos más destacados eran nada menos que un gran laberinto vegetal y un estanque navegable con un pequeño islote en su centro. Los jardines de Lastanosa estaban cerrados con tapias pintadas con escenas mitológicas y de caza, y en ellos había un gran número de estatuas y fuentes. Existían también surtidores ocultos de agua, que se hacían funcionar por sorpresa para mojar a los visitantes del jardín. Lastanosa había reunido y cultivado muchísimas especies diferentes de plantas, traidas de los más diversos lugares; el noble oscense se enorgullecía de suministrarlas incluso a los jardineros del rey. Construyó además varias grutas y cuevas artificiales para albergar en ellas un pequeño zoológico de animales exóticos (un león, un tigre, un leopardo, un oso, dos avestruces...)
      El Parque actual está dedicado a la memoria de Miguel Servet, el teólogo y pensador altoaragonés, nacido en Villanueva de Sigena hacia 1511, que desarrolló trabajos de astrología, geografia, teología y medicina, y al que se atribuye el descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre. Por sus publicaciones teológicas, críticas con el Cristianismo de la época, fue perseguido tanto por la Inquisición católica como por las iglesias protestantes. En Ginebra, feudo del reformador Calvino, fue detenido, acusado de herejía y quemado vivo en la hoguera en 1553.
      En el Parque hay dos partes diferentes, una antigua y otra más reciente. La primera fue creada a finales de los años 20 (su construcción se inició en 1928) y la segunda es una ampliación de los 60-70. El Parque cuenta con un gran número de especies vegetales: son cerca de 80 los tipos de árboles y arbustos diferentes que podemos encontrar en él. De los primeros, las especies más abundantes son el pino carrasco y el plátano. Pero hay otras muchas, desde especies comunes (chopos, álamos o cipreses) a verdaderos fósiles vivientes, como el gingo. Originario de China y Japón, es el único superviviente de un grupo de plantas que tuvo su mayor difusión hace más de 200 millones de años.
      Los árboles del Parque constituyen el refugio de una variada y abundante población de aves, sin duda, la fauna más característica del Miguel Servet. En invierno, son abundantes los córvidos y el estornino pinto, que emigra desde el norte de Europa para pasar en nuestra tierra la estación más fría. En verano, los pájaros y las aves llenan el parque con sus cantos. De día podremos oir al ruiseñor o al mirlo, y cuando cae el Sol les sustituye el autillo, una rapaz nocturna de tamaño pequeño y canto muy característico.
      Podemos iniciar su visita desde su entrada principal, recorriendo primero la parte antigua. Al entrar en él, encontraremos enseguida un busto dedicado a Miguel Servet. A la izquierda está el Parque-Bar, donde los oscenses se reúnen en verano para tomar un refresco a la sombra de los árboles (plátanos en este caso). A nuestra derecha se abre una larga "calle", que tiene en su final el Monumento a las Pajaritas de Ramón Acín. Su creador, Ramón Acín, fue un artista oscense de las vanguardias. En 1932 financió por ejemplo "Tierra sin pan" (Las Hurdes), el famoso documental del también aragonés Luis Buñuel, en el que participó como ayudante de dirección y comentarista. Ramón Acin creó la escultura de Las Pajaritas como una alegoría de los niños, pues ellos debían de ser los protagonistas de este espacio. Para muchos oscenses Las Pajaritas están inseparablemente ligadas a Huesca, tras más de 70 años engalanando el parque, y son hoy uno de los emblemas más representativos de la ciudad. Ramón Acín (1888 - 1936) Artista oscense de las vanguardias, cultivó la escultura, el dibujo y la pintura, Diseñó el Paseo de las Pajaritas y la escultura de las mismas y asesoró al equipo que proyectó el parque. Fué también un activo militante anarquista, lo que le llevó primero al exilio y luego a morir fusilado, junto con su mujer, en los primeros días de la Guerra Civil.
      Al final de la calle de entrada al Parque está el Quiosco de Música, en el que se celebran conciertos, sobre todo durante las fiestas. La plaza donde se encuentra tiene también en el plátano la especie de árbol dominante. Aquí arranca la calle principal del Parque Miguel Servet, cuyos hitos más importantes son el Monumento dedicado a los oscenses muertos en guerra y el Estanque con gran número de plantas acuáticas.


      Alrededor de este estanque se plantó, cuando se creó el Parque, un bosquecillo de pinos carrascos, que ahora, 70 años después, son los árboles más altos del Miguel Servet, alcanzando los 35 m. de altura. En esta parte se ha instalado una zona de juegos para niños. Y aquí estuvo también, sobresaliendo por encima de las copas de los árboles, uno de los autómatas colocados para luchar contra la presencia masiva de estorninos. Desde el primer tramo de la calle principal antes de llegar al Monumento se puede acceder a la Rosaleda, uno de los conjuntos más destacados de todo el Parque. Este precioso espacio lleno de rosales, que ha sido renovado en los últimos años, da paso a su vez a un pequeño estanque, situado junto a la curiosa Casita de Blancanieves, y a un nuevo área de juegos para niños. Con lo visto hasta ahora habremos completado prácticamente la visita de la parte antigua.
      Para conocer la ampliación más reciente, podemos partir del Monumento de la calle principal. La avenida que arranca de él nos llevará hasta una gran fuente circular, que ya podemos ver, y luego hasta el Monumento levantado en recuerdo de los primeros reyes aragoneses. Otros conjuntos relevantes de la parte moderna del Parque son el Estanque donde siempre ha habido patos, aunque ahora vive allí además una pareja de cisnes negros, y el Teatro Griego, cerca del Monumento a los reyes; en esta parte se encuentra también la pequeña Fuente del Ibón, que mantiene vivo entre los oscenses el recuerdo de dos de las fuentes que durante siglos abastecieron de agua a la ciudad, la Fuente que se llamaba precisamente del Ibón, y la del Angel. Ambas estaban situadas en las cercanías, y desaparecieron hace no mucho.

      Tras barajarse varias ubicaciones para la creación de un parque municipal, se aprobó el proyecto y su localización definitiva, donde hoy lo conocemos, un 16 de marzo de 1928. Por aquel entonces el Ayuntamiento, con Vicente Campo como alcalde, hubo de expropiar algo más de 3,76 ha. de huerta y jardín para conseguir los terrenos para el parque. Casualmente, en esta misma zona ya se habían podido contemplar, en siglo XVII, los famosos Jardines de Lastanosa. Realizaron el diseño del parque los arquitectos Antonio Uceda y Bruno Farina y el ingeniero agrónomo Santos Coarasa; colaboraron con ellos el arquitecto José Luis de León y el artista Ramón Acín, a quien debemos el espacio de Las Pajaritas. Venido expresamente de Barcelona, el jardinero diplomado Domingo Vidal dirigó el sembrado, el plantío y la arquitectura floral, contando con la ayuda de los hortelanos jardineros Ángel Garcés, Rafael Usón y Juan Guimerá, estando este último al frente del parque hasta 1971. En 1930 se inauguró oficialmente el nuevo pulmón verde de Huesca. En 1931 José Jarné propuso dedicar el parque a Miguel Servet, decisión aprobada por el Ayuntamiento ese mismo año.
      En la década de 1960, con Emilio Miravé en la alcaldía y José Antonio Llanas como concejal de Parques y Jardines, se procedió a la ampliación del parque. Se añadieron varios espacios más hacia el suroeste, hasta la actual avenida de Juan XXIII, ocupando terrenos de huertas. Asi, este vergel urbano ejercía de nexo entre el ensanche de Huesca y el centro histórico. Se crearon nuevos elementos como el estanque de cisnes y patos, el mencionado teatro griego o la fuente luminosa y se incorporó naturaleza preexistente, asi como la acequia de riego. Con la expansión, la superficie del parque alcanzaba las 6,95 Has.
      Al principio del siglo XXI, el Parque de Miguel Servet ha quedado absorbido por el crecimiento urbano, de modo que este recinto verde cumple no solo las funciones de área de descanso y reposo, sino que se comporta también como una calle más de la ciudad. Es corriente y común ver transitar por él a peatones que lo cruzan en todos sus sentidos. Hoy, más que nunca, es verdad aquella frase que comencé a oir en los años 70, que describía a Huesca, como "un parque rodeado de edificios".

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* Manuel Tomé Bosqued
** Otras fuentes informativas



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