Muralla perimetral
que circundó la Huesca musulmana
La Muralla musulmana de Huesca data
de los siglos VIII al XV y sus restos más abundantes se hallan en
la zona de casco urbano que se denomina popularmente "Trasmuro",
que es la Ronda Montearagón; es esta una zona de nula edificación
comprendida entre el colegio de San Vicente y la calle de Joaquín
Costa, que aún conserva su tradición medieval. Esta muralla
era prácticamente inexpugnable y tal vez por eso, a Huesca se le
reconozca como "invicta", ya que nunca fué posible
tomarla al asalto.
La ciudad estuvo bajo la protección
de 99 torres almenadas, conservándose casi exclusivamente, el llamado
torreón del Amparo, situado en las proximidades del puente de San
Miguel (junto al convento de "Las Miguelas"); es de planta
cuadrada y asoma en su parte superior las ménsulas (especie de salientes),
que sostenían las almenas. Tal vez estas construcciones fueran posteriores
a la de muralla.
Son muy escasos los restos que pueden
quedar de la muralla íbera y de la romana, así como la de los tiempos
de los moros. La única puerta que poseía este tramo, es la de Montearagón,
conocida como "La Porteta'" que tiene todavía restos del
torreón cilíndrico que la guarnecía.
Este perímetro amurallado de Huesca
estuvo formado inicialmente por un anillo que circundaba la zona
alta de la ciudad, trazado aproximadamente en la mitad de la ladera
que define el montículo del primer asentamiento urbano. Un trazado,
proveniente de la época romana, que transcurría a lo largo del anillo
formado por la actuales calles de Ainsa y Pedro IV al Oeste, y la
calle del Desengaño al Este, y que definía su traza al Sur
por las calles de Zalmedina y San Salvador, pero dejando fuera del
recinto el entorno de la iglesia de San Pedro. En verdad, es éste
un perímetro hipotético, del que se conservan unos escasos indicios,
formados por una muralla de unos tres metros de espesor con grandes
sillares.
La época musulmana verá ampliado
el recinto amurallado con un trazado concéntrico al primero que
se extiende al pie de la ladera, a lo largo de los actuales Cosos,
la calle de Joaquín Costa y la ronda de Montearagón. Y es
precisamente en el lado Este -en el flanco en que el crecimiento
de la ciudad ha sido más contenido-, donde se conserva el mayor
número de vestigios de esa segunda muralla.
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Son restos que ofrecen continuidad y que
suponen un importante testimonio histórico y
arquitectónico, al contrario de lo que sucede en
el lado Oeste, donde la expansión urbana ha
superado con creces la traza del Coso, y los restos de la muralla permanecen ocultos por los edificios contemporáneos.Algunos autores sostienen que la
muralla medieval fue construida a expensas de su predecesor muro
romano, que bien pudiera haber estado ubicado siguiendo el trazado
de la calle del Desengaño. Por otra parte, es bien conocida
la habilidad que la cultura musulmana demostraba para reutilizar
los materiales "in situ", por lo que nada de particular
tendría que muchos de los sillares de la muralla medieval
fueran en realidad de origen romano. Tal vez, para dar consistencia
a esta teoría, encontremos que la zona comprendida entre
la calle del Desengaño y la Ronda de Montearagón,
haya sido conocida popularmente como "la pedrera",
reforzando el concepto de "cantera" que esa zona de la
ciudad hubiera podido tener hasta la época medieval.
De uno u otro modo, la muralla de
Huesca constituye un fiel testimonio de importantes culturas asentadas
en su momento en la ciudad, que bien podría merecer una especial
atención por lo que respecta al mantenimiento material por parte
de todos.
Ocasionalmente se ha detectado una tímida intención
-por parte de organismos competentes- de llevar a cabo proyectos,
e incluso más de una vez se han comunicado deseos de construir
en la parte superior de este tramo de muralla, un paseo peatonal,
que a lo que parece encierra serias dificultades de realización.
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