Huesca temática

Número 96. Mayo de 2006 English language Menú pfrincipal


Loarre

Un bello pueblo,
vigilado por su castillo.



     Villa de la provincia de Huesca, situada al pie de la sierra de su nombre. Altitud: 773 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 29 kilómetros. Gentilicio: loarrino. También, lobarrino.
      El pueblo queda abajo, en la hondonada, al amor de la falda de la montaña, resguardado por la sierra de Loarre, que le da nombre. La mancha ocre de la tierra se extiende en la llanura, salpicada por el verde y el gris de los olivos. Arriba, a poco más de cuatro kilómetros en cuesta, la fortaleza románica más importante de España, que alguien asegura aún de Europa. Tanto es así. que la popularidad del castillo de Loarre hace que se olvide el pueblo del mismo nombre. El paisaje es sobrecogedor. Los riscos se levantan hasta alturas abismales. Así se comprende Ia razón de tantas leyendas.
      Varios caminos para llegar a Loarre, ya sea por Bolea donde admirar la soberbia colegiata, o por Ayerbe. En cualquiera de los casos ha de seguirse por la carretera de Huesca a la Peña. La que lleva a Puente la Reina en ruta hacia Pamplona y a Jaca. El camino mejor es por Ayerbe, a veintisiete kiómetros de Huesca; desde allí, siete kilómetros mas hasta Loarre. En total, treinta y cuatro kiIómetros partiendo de Huesca capital -veintinueve, por Bolea-, y ciento cuatro desde Zaragoza. La excursión está justificada siempre.
      Es interesante detenerse en el pueblo, que llegó a contar con mas de mil quinientos habitantes -con sus agregados de Los Corrales y Santa Engracia- y ofrece, todavía hoy, su atracción histórica y artística. Loarre no es sólo el castillo, aunque la importancia colosal de esta fortaleza centre siempre la mayor atención. La torre gótica del templo parroquial es una segura llamada al caminante. Arriba, el románico, que mira siempre a ras de tierra, aunque en este caso nació en las alturas: abajo, el gótico que pugna por elevarse. Una cruz de término -posiblemente del siglo XVI- señala, junto a la carretera, el limite del casco urbano. Las calles y plazas se ofrecen cuidadas, limpias, llenas de sol. El recorrido por el pueblo está lleno de sugerencias. Abundan los rincones pintorescos, junto a edificios notables, donde el pasar de los siglos ha dejado su pátina. La fuente pública que fue destruida en 1552, es obra de cantería se debe al maestro Joaquin Aísa.
      Veintiún años después, en 1573, Loarre tuvo su Casa Consistorial, un bello edificio de estilo aragonés, a base de piedra y ladrillo, con su correspondiente galería de arcos rematada por el clásico alero. La vida del pueblo adquirió su máxima preponderancia a partir del siglo XVI, cuando el clero parroquial, que hasta entonces habia permanecido en el castillo, se instaló en la población. La iglesia buscó al pueblo. Los que llegan a Loarre suelen ignorar la presencia del núcleo urbano, donde sigue la historia viva. El término municipal ha dado para vivir: produce cereales. vino, aceite, almendras... Un humilde arroyuelo siembra de verde la poca huerta del lugar. La población ha descendido en los últimos años; pero Loarre sigue animado, al pie de un ayer que intenta salvarse del olvido. El castillo roquero se confunde con el azul del cielo. A veces se esconde entre las nubes. .... y desde que mejoraron los accesos, el número de visitantes ha aumentado sensiblemente.
     Allí se anclaron los siglos XI y XII, entre rocas gigantescas, en el acantilado fantasmagórico de un mar seco, donde solo medran la aliaga, el romero y el tomillo, junto al verde-amarillo del boj. La muralla, casi reconstruida en su totalidad, pone cerco a la fortaleza, a lo largo de ciento setenta y dos metros. Nueve lienzos de silleria, de casi metro y medio de espesor, son rematados por otros tantos torreones de planta circular, de tres y cuatro metros de diámetro. Se encuentran separados unos de otros en distancia de treinta y de once metros. Las almenas, con troneras y adarve corrido, han vuelto a su sitio, tras acertadas restauraciones.
     El gran mirador de la "Sala de la Reina" llama poderosamente la atención desde el exterior. El ábside del templo, sobre la roca, cautiva al viajero. Luego, la torre de los "Reyes", la torre vigía ... Todo sobre la roca firme, como si tratara de vencer a la naturaleza. "Es el monumento de Aragón -afirmó Ricardo del Arco- que mejor refleja el carácter rudo y fuerte de esta tierra." El acceso principal es de gran belleza; una puerta de arco semicircular, flanqueada por dos torreones, dos cubos robustos, de indudable belleza.

     
     La fachada noble del castillo se levanta casi enfrente. Hay que cruzar el espacio abierto y luego ganar altura, peldaño a peldaño, hasta la puerta de entrada a las dependencias palaciegas. Desde el umbral, en un sillar de la jamba a mano derecha, se lee esta inscripción: IN DEI NNE: HIC REQVIESCIT FAMVLVS DEI TULGAS: QVI OBIT: PRI DIE: KAS: DECEBRIS IN ERA MCXXXIII: ET QVI LEGERIT ISTAS LITERAS ORET: PATER... Solo se puede descifrar: "En el nombre de Dios. Aqui decansa el siervo de Dios, Tulgas, que murió el dia 30 de Noviembre de 1095. Quien leyere estas letras ore al Padre ..." Existen otras varias inscripciones que ayudan a reconstruir el pasado. Es un ayer vivo en cada piedra.
     Una escalera regia, impresionante, de veintisiete peldaños, arranca desde el umbral. A una altura media se abren dos puertas, a derecha e izquierda. Son, respectivamente la cripta y el cuerpo de guardia.-En esta cripta -aseguran los vecinos de Loarre- recibió culto San Demetrio, el santo patrono de la villa oscense. Mide este interesante recinto 6,80 metros de fondo por 7,70 de ancho y 5,62 de altura. Todo está en silencio. Arriba, el templo, una extraordinaria iglesia románica del sigIo XI. En la jamba de la puerta de entrada, un epitafio de 1095, para que no haya dudas, aunque luego figura la fecha de 1105 sobre la portada.
     Ocho peldaños nos separan de la escalera principal. Hay que volver al rellano para seguir el recorrido por el castillo, cuyas plantas y dependencias causan siempre el asombro del visitante. En tomo a la torre del homenaje se desarrolló la vida militar de la fortaleza. El segundo piso de galerias forma un conjunto de singular belleza. La torre y la capilla de la reina cautivan por su severa sencillez. La sierra por un lado; por el otro, el abismo que enlaza con la llanura oscense. Es como si uno volviera al pasado. Allí resuenan todavía las palabras de Sancho Ramírez. Alli siguen haciéndose fuertes los partidarios del conde de Urgel, que no acataron el fallo de Caspe ...
     La importancia histórica del recinto y las características del mismo son del dominio público. Loarre es de los lugares aragoneses más visitados. Se suceden las excursiones. El monumento románico más importante de España ha merecido, esta vez, las máximas atenciones. La visita a Loarre, castillo y pueblo, es obligada. Uno vive el ayer glorioso, que acucia nuestro despertar de hoy. Cuentan, por lo demás, que el conjunto de aldea-castillo se atribuye a Calagurris Fibularia, y que debajo de los muros medievales se han encontrado otros, romanos.
     En las inmediaciones de Puipullín aparecieron, hace algunos años, abundantes restos de la época imperial. Sancho III inició la línea defensiva del prepirineo. Luego surgió la iglesia dedicada al Salvador y el monasterio de San Pedro, que pasó a ser patrimonio del de Montearagón.
      La villa actual figuró como aldea del castillo, con el hombre de San Esteban de la Huerta. El topónimo ha perdurado, al poner la iglesia parroquial bajo esa misma advocación. El edificio fue levantado en la segunda mitad del siglo XVII, en tanto que la torre es del XVI, de sillería, con tres cuerpos y chapitel octogonal, luciendo ornamentación gótica.

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     Alejada de la población se alza la ermita de Santa Agueda, construida en el siglo XII, de estiIo románico; conserva en su interior restos de pintura mural del siglo XV. En lo alto de la sierra hay otra ermita dedicada a Santa Marina. Y una tercera, dedicada a San Juan, en el camino de Loarre a Bentué de Rasal.

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 Ver fotografías de este artículo ....  Alfonso Zapater
* "Aragón pueblo a pueblo", por Alfonso Zapater




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