Simpático
otero
al Salto de Roldán
Lugar de la provincia de Huesca pue
pertenece al municipio de Loporzano. En 1999 tenía 43 habitantes.
Su altitud es de 685 metros sobre el nivel del mar y dista de Huesca
15 quilómetros. El gentilicio es chibluquense y también chiblucano.
Sobre la margen izquierda del
río Flumen, a caballo de la Hoya de Huesca y el somontano, Chibluco
vive en torno a una plaza, que es donde se agrupan la mayoría
de las viviendas, casas de piedra y tapial, con el podio de
sillería. Fue sobrecullida, vereda y corregimiento de Huesca
en sucesivas épocas. Constituido su Ayuntamiento en 1834,
se unió a Barluenga dos lustros después, en 1845, y ambas localidades
son actualmente lugares de Loporzano. La población de Chibluco
tuvo siempre un censo menguado, con un centenar de habitantes
en las mejores épocas.
Dependió del monasterio de Montearagón
ya en el siglo XI. pues en Marzo de 1099 Pedro I confirmó al citado
monasterio la iglesia de Iuvelve, Iebluco. El lugar aparece escrito
con esas formas ortográficas. Y también Gebluco, en Marzo de 1135,
cuando Ramiro II de Aragón donó a su eitán López Garcés la
entonces villa. Después, solo aparece el monasterio de Montearagón,
del que la iglesia de Chibluco dependió hasta 1571, en que pasó al
obispado de Huesca.
Se comprende que la parroquia
se corresponda con el estilo románico de la época. Está dedicada
a Santa Cecilia y tiene planta rectangular de una sola nave,
con ábside semicircular. Se cubre con bóveda de cañón
y de cuarto de esfera, del siglo XII. La torre consta de un
solo cuerpo y aparece mutilada en su remate.
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La portada del templo es posterior a
éste; se abre en arco de medio punto con dovelas, en las que se aprecian
algunos grafismos figurativos. Esta puerta parece corresponderse con
el siglo XVII o XVIII y no antes. En el interior destacan dos capiteles
historiados.
Chibluco aparece ante los ojos
del viajero en la misma carretera de acceso -hoy bastante mejorada-
diminuto, recogido y familiar. Mientras nos acercamos a él,
en algún momento -y si el día está despejado- nos podemos sorprender
con la majestuosidad del mítico Salto de Roldán que deja ver
en el horizonte sus robustas 'peñas' y el vacío que existe entre
ellas.
Aun con sus pequeñas proporciones,
Chibluco deja ver actividad. Es ese común denominador que salva
a muchos pequeños pueblos -y los no tan pequeños- del derrumbe y abandono.
Obras de albañilería y casas brillantemente rehabilitadas hablan del
uso al que se destinan: el veraneo y los fines de semana que procuran
descanso a sus propietarios.
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