Pintoresco
lugar
de notable valor enológico
Lugar de la provincia de Huesca, perteneciente
al municipio de Angüés. Tiene unos 90 habitantes y una altitud de
457 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 28 kilómetros.
El gentilicio: bespenense.
Puede llegarse desde Huesca por
Monflorite, Alcalá del Obispo, Fañanás, Pueyo de Fañanás y Blecua.
Antes de avistar Antillón, (famoso por sus murallas), a mano
izquierda, encontraremos el desvío a Bespén. Otra ruta opcional
es por la carretera general de Lérida, la Nacional 240 de Huesca
a Barbastro, desviándonos a la derecha, nada más
pasado Angüés. Bespén forma parte todavía de la Hoya de Huesca,
pero ya pisando en Somontano. Fue villa en 1233-1287 y devino
en lugar después. Contó con un Ayuntamiento propio hasta su
incorporación a Angüés, en los años 1960-1970.
Varios fueron sus tenentes a
lo largo de la historia, contando con que la iglesia pertenecía
ya a Montearagón en 1099, según documento de Pedro I, citado
por Ubieto Arteta. En cuanto a la propiedad de la tierra, en
1149 era tenente el vizconde de Gabarret y de Bearne, y en 1177,
Galindo de Naya. El 6 de Febrero de 1233, el rey Jaime I de
Aragón concedió a Artal de Foces las villas de Alquézar, Tramaced,
Bespén y Usón. Cincuenta y cuatro años después, el 13 de Diciembre
de 1287, Alfonso III de Aragón dio a Alamán de Gúdar el castillo
y la villa de Bespén, fortaleza de la que se tienen escasas
referencias en nuestros días. También perteneció Bespén al infante
Martín, por donación del rey Pedro IV de Aragón. En 1424 era
de Berenguer de Bardají, compromisario en Caspe, y en 1436,
de Lope de Gurrea. Finalmente, Labaña deja constancia, en 1610,
de la pertenencia de Bespén a Juan de Torrellas. El señorío
secular se prolongó, pues, durante siglos, hasta que se decretó
la abolición.
La arquitectura civil es muy similar
a la de otros pueblos de la zona: calles de sencillo y aun largo
trazado, plaza y plazoletas, un llamativo pasaje entre calles,
casas de rancia solera entre viviendas restauradas y de nueva
construcción. Todo destaca limpio, formal y en su sitio.
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Llama poderosamente la atención
la iglesia parroquial, dedicada a San Juan Evangelista. Es románica
del siglo XII, de una sola nave y ábside semicircular. La portada
de acceso se compone de tres arquivoltas de medio punto. La
silueta destaca ya soberbia desde la carretera, con un monumental
ábside en primer plano, hacia el pueblo. Una escalinata
permite llegar al pórtico.
Dentro del término municipal se
levantan las ermitas de Nuestra Señora del Pilar y de Nuestra
Señora de la Sierra. La primera es del siglo XIX, de planta
cuadrada. La segunda, de tres tramos, tiene un origen anterior
-posiblemente, entre el XVII y XVIII-, pero algunas modificaciones
la han desfigurado, hasta el punto de que puede considerársela
casi contemporánea.
  El censo de 1857 registró 475
habitantes (casi medio millar), frente a menos de 100 de la
actualidad. Y es que en la segunda mitad del pasado siglo XX,
la mayoría marcharon a Huesca;y otros, a Cataluña. Bespén
sigue teniendo recursos agrícolas y ganaderos; y durante
muchos años, gozaron de merecida fama sus excelentes
vinos; caldos que todavía pueden apreciarse.
La mayoría de los pueblos
del Altoaragón perdieron habitantes en favor de las grandes
ciudades. Bespén no ha sido excepción.
Bespén sufrió esa sensible merma
que no se compensa ni siquiera en los veranos, cuando regresan
temporalmente muchos de los que se fueron. El progresivo envejecimiento
de la población, como en tantos sitios, hizo temer por su futuro.
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