Huesca temática

Número 124 - Septiembre de 2008 English language Menú pfrincipal


Liesa

En la Hoya de Huesca
lindante al Somontano Barbastrense

      Es un lugar de la provincia de Huesca, perteneciente al municipio de Siétamo. Tenía 57 habitantes en el año 2003. Su altitud es de 518 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 19 kilómetros. Gentilicio: liesano.
      El desvío para Liesa surge al poco de pasar Siétamo, en ruta hacia Barbastro, a la izquierda. Desde la capital, el recorrido es tan sólo de 19 kilómetros. Se está dentro de la Hoya de Huesca todavía, pero pisando ya en Somontano. Se trata de una zona altamente representativa, tanto por su historia como por sus monumentos. El viajero no quedará defraudado en ningún caso. El paisaje rompe la monotonía del llano, con las estribaciones de Guara al fondo. Se perfilan las barranqueras, escasamente profundas pero amplias y generosas las más de las veces..
      El trazado del casco urbano es bastante irregular, distribuido en tres plazas y siete calles. No faltan las casas con arco de medio punto y dovelas enmarcando la puerta de entrada, balcones y ventanas de madera torneada. La piedra de sillería está presente en los zócalos y en las esquinas; el resto suele ser de tapial o de mampostería. Escudos nobiliarios destacan en algunas fachadas. En 1834 alcanzó su independencia municipal y se constituyó en Ayuntamiento, hasta 1970-1980, en que se unió a Siétamo. Su primera mención aparece en el "Cartulario de Montearagón", entre Enero y Febrero de 1104, con motivo de la concordia realizada por el obispo de Huesca y el abad del mencionado monasterio. Medio siglo más tarde, en 1153, el obispo Dobón de Huesca dio a Férriz toda la iglesia de Liesa. Posteriormente, el 3 de Agosto de 1357, Liesa pertenecía a Teresa Díaz de Mendoza. El 22 de Enero de 1389 era de Miguel de Gurrea, y en manos de esta familia se verá el lugar en adelante. En el siglo XVI ostentaba el señorío Juan de Gurrea, y en 1610, Gaspar de Gurrea, según Labaña.
     La población llegó a superar los 200 habitantes ya en el siglo XIX -291 habitantes registró el censo de 1857-, para iniciar un alarmante descenso en la primera mitad del pasado siglo XX. Hubo una primitiva iglesia románica, dedicada a San Pedro, de la que hablan ya los documentos del siglo XII. Sus restos se encontraron en un extremo del casco urbano, permaneciendo en pie parte del ábside, el muro del lado del Evangelio, una capilla con bóveda de cañón apuntado y pinturas murales del siglo XVI. La iglesia parroquial que ha llegado a nuestros días fue levantada en 1642. La torre campanario, sin embargo, parece bastante posterior, del siglo XVIII.



     Cercana al pueblo, sobre una colina, se levanta la ermita de Nuestra Señora del Monte, que fue declarada monumento nacional debido a las importantes pinturas que conserva en su interior. Su fábrica es del siglo XIII y consta de una nave de tres tramos, con bóveda apuntada y de medio punto. A los pies se eleva airosa espadaña. Las pinturas murales al temple correspondían a inicios de los siglos XIV y XV. Las del lado del Evangelio representan, en su parte central, a San Vicente Mártir, y en los laterales se ve representado el viaje de San Vicente y su obispo Valero -entonces acólito- a Valencia, "con los correspondientes episodios del joven diacono, que luce vestiduras eclesiasticas". En el lado de la epístola se ve a Santa Catalina, con escenas de su martirio y la apología del cristianismo ante Majencio. Estas excepcionales pinturas, así como las letras que aparecen debajo de algunas escenas, pertenecen al más puro estilo gótico.
     Liesa celebra varias fiestas: fiestas Mayores a primeros de Agosto, el Martes de Pentecostés, en conmemoración del hallazgo de unas reliquias que se habían confundido en la noche de San Juan, en Foces. A esta conmemoración asisten, por lo regular, los devotos de los pueblos vecinos. Luego hay otras fiesta pequeñas en honor de San Sebastián, el 20 de Enero. Así mismo, la cofradía de San Antonio abad celebra la fiesta de su titular.

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     El paso de la carretera por el pueblo, es sinuoso, ceñido en curvas al entorno de la iglesia, de modo que el viajero que va de paso a las localidades de Ibieca o Aguas, poco puede imaginar que deja a su derecha el núcleo urbano de un pintoresco lugar, digno de ser visitado.

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 Manuel Tomé  Alfonso Zapater  Ver fotografías de este artículo .... *   Alfonso Zapater
** Manuel Tomé Bosqued




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