Enclave
turístico,
deportivo y paisajístico
Lugar de la provincia de Huesca,
perteneciente al municipio de Broto, con alrededor de 100 habitantes.
Su altitud es de 863 metros sobre el nivel del mar. Dista de
Huesca 98 kilómetros. Gentilicio: sarvisano. A los de Sarvisé
les apodan "gallegos", pero no se ofenden.
Sarvisé dista poco más de un
kilómetro de Broto, su capitalidad municipal. Se sitúa sobre
la margen izquierda del río Ara, al pie de la carretera del
valle. Sus casas huelen a casi nuevo, pues muchas de ellas son
de nueva planta. La razón de que así sea hay que buscarla en
la guerra civil de 1936, que dejó el pueblo en estado ruinoso
y hubo necesidad de reedificarlo. Hasta la iglesia románica
sufrió las consecuencias, ya que sólo quedó en pie su torre
campanario.
En torno al pueblo se extiende
una extensa planicie, que garantiza una buena agricultura. Arriba
verdean también los montes, cubiertos de una densa masa forestal.
Sarvisé tuvo Ayuntamiento propio
hasta 1930-1940, en que se unió a Broto, junto con Asín y Buesa.
Con anterioridad fue sobrecullida de Aínsa y vereda y corregimiento
de Jaca. Su primera mención data de 1050, según Durán.
En los documentos del pasado aparece, con frecuencia, escrito
Sarbisé. Quince fuegos tenía ya el lugar a fines del siglo XV
para luego sufrir un sensible descenso de población. A mediados
del siglo XIX, Madoz consignó 10 casas, 13 vecinos y 90 almas,
por lo que llegó al XX después de haber superado ya los 100
habitantes. En la actualidad mantiene otros tantos.
Las fiestas patronales se celebran
el 8 de Septiembre, en honor de la Natividad de la Virgen. La
parroquial está dedicada, precisamente, a la Virgen de Septiembre,
y es de origen románico, del siglo XII aunque
sólo conserva la torre, con sus paramentos lavados, que parecen
tan nuevos como las casas.
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Dentro del término municipal se
alzan dos ermitas: la dedicada a la Virgen del Bun, compartida
por Buesa, y la de San Cristóbal. Cuentan que antaño las mujeres
de Buesa acudían descalzas a la ermita del Bun, ya fuera en
cumplimiento de una promesa o para pedir los favores de la Virgen.
Aunque el lugar fue de realengo;
allí se levantó la casa del marqués de Sanase, que lucía hermoso
torreón defensivo, con aspilleras; ahora, tan sólo resta el
zócalo de unos cuatro metros de altura.
El lugar resulta muy agradable,
con un fuerte aire turístico y deportivo propio de su
privilegiada situación geográfica. La amabilidad
de los sarvisanos contribuye a que las vacaciones de Verano
y las actividades de Invierno, sin dejar de lado los fines de
semana en cualquier tiempo, resulten relajantes e inolvidables.
Desde la carretera ya se adivinan
los recursos hosteleros, que se ofertan aquí y allá, dentro
de unas buenas calidades y un servicio profesional digno de
ser recomendado.
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