Carlos
I de España
y V del Sacro Imperio Romano Germánico
El 9 de Febrero de 1518 las Cortes
de Castilla, reunidas en Valladolid, juraron como Rey a Carlos.
También le concedieron 600.000 ducados. Además, las Cortes hicieron
una serie de peticiones al rey, entre ellas:
- Aprender a hablar castellano.
- El cese de nombramientos a extranjeros.
- La prohibición de salir de Castilla.metales preciosos y caballos.
- Trato más respetuoso a su madre Juana, recluida en Tordesillas.
En Aragón la situación seguía siendo complicada.
Carlos llegó a Zaragoza el 9 de Mayo. Las sesiones de las Cortes de
Aragón comenzaron el 20 de Mayo y tras largas discusiones, el 29 de
Julio, Carlos era jurado como Rey de Aragón. Juana era reconocida
como Reina, pero por su incapacidad para gobernar, sus títulos quedaban
sólo como "nominales". Además le fueron entregadas 200.000 libras.
El 15 de Febrero de 1519 Carlos entraba en
Barcelona, convocando a las Cortes catalanas al día siguiente. Tras
un discurso muy parecido al que dio en Aragón, y las correspondientes
deliberaciones, Carlos fue jurado junto a Juana el 16 de Abril. La
cuestión del dinero que debían aportar las Cortes se alargó hasta
principios de Enero de 1520, cuando finalmente le otorgaron 300.000
libras.
Mientras, el emperador Maximiliano
I moría el 12 de Enero de 1519. El 28 de Junio Carlos era elegido
como nuevo Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Fráncfort,
y por ello decidió suspender el viaje hacia Valencia para ir
a Alemania, convocando previamente Cortes castellanas en Santiago
de Compostela para el 20 de Marzo de 1520. Carlos envió a Adriano
de Utrecht para que a través de él le juraran como rey y pudiera
convocar Cortes en Valencia, pese a la ilegalidad, lo que provocó
malestar entre los estamentos privilegiados; sin embargo debido
a la querellas entre el brazo nobiliario (militar) y eclesiástico
contra las Germanías, las Cortes no llegaron a celebrarse, y
ante los disturbios, el rey envió un documento el 30 de Abril
de 1520 ofreciéndose guardar sus fueros y privilegios. Finalmente,
el rey cumplió la legalidad foral y antes de ir a las Cortes
Generales de Monzón, convocadas el 1 de Junio de 1528, pasó
por Valencia y juró sus fueros el 16 de Mayo de dicho año.
Tras este largo proceso que duró
cuatro años, Carlos se convertía en el primer monarca en ostentar
las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra. La llegada de Carlos
a Castilla supuso la aparición de un joven inexperto
que desconocía las costumbres e idioma de su reino, quien depositó
su confianza en sus colaboradores borgoñones que le habían acompañado
desde los Países Bajos, a los que les procuró altas dignidades
y acceso a rentas y riquezas. Esto molestó a los castellanos
y así se lo hicieron saber en las Cortes de Valladolid de 1518,
lo cual fue ignorado por el rey. Inmediatamente pasó el rey
a Aragón, que también molestó a los castellanos ya que
allí había permanecido bastante menos tiempo; así que
cuando conoció en Barcelona que había sido electo Rey de Romanos
convocó Cortes en Santiago de Compostela para conseguir subsidios
y sufragar sus gastos en el extranjero. Las ciudades se opusieron
puesto que no entendían la preferencia de los intereses en Alemania
frente a los castellanos y requerían su presencia en el reino.
Finalmente el servicio se aceptó y Carlos embarcó para Alemania,
nombrando como regente al cardenal Adriano de Utrecht. El malestar
se fue extendiendo por Castilla, y el incendio de Medina del
Campo extendió el foco de la rebelión comunera por todo ese
territorio. Las revueltas antiseñoriales provocaron que la nobleza
apoyara al emperador, y el movimiento fue perdiendo aceptación
en las ciudades. Finalmente los comuneros, al mando de Juan
de Padilla, fueron vencidos en la batalla de Villalar (Valladolid),
y la vuelta del rey realizó cambios organizativos en el reino
que se manifiestan sobre todo tras las Cortes de Valladolid
de 1523.
En los territorios de Levante se produjo
el movimiento de las Germanías. Los artesanos de Valencia poseían
el privilegio del reinado de Fernando el Católico para formar
unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas
berberiscas. En 1519 Carlos V permitió la formación de esas
milicias y se pusieron al mando de Joan Llorenç. En 1520 cuando
se produjo una epidemia de peste en Valencia y los nobles abandonaron
la zona, la milicias se hicieron con el poder y desobedecieron
la orden de Adriano de Utrecht de su inmediata disolución. En
pocos días el movimiento llegó a las islas Baleares en donde
duró hasta 1523. Después de la derrota de los comuneros, el
ejército acabó con el conflicto de las Germanías.
Una vez sometido el levantamiento armado
de los comuneros y asegurada la supremacía del poder real, el
Gran Canciller Gattinara propuso a Carlos I un Consejo Secreto
de Estado que tendría la supremacía sobre los demás Consejos
y sería el eje regulador y supervisor de la política global,
en el que él mismo sería el presidente. Para tal objetivo emprendió
en 1522 la racionalización de la administración española con
la reforma de los Consejos existentes y la creación del Consejo
de Hacienda en 1523, pero el rey no quiso depender de un solo
ministro, y tal proyecto de centralizar en un solo Consejo fue
desestimado, por lo que la influencia del Gran Canciller se
fue eclipsando frente a Francisco de los Cobos.
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En 1524 se constituyó el Consejo de Indias y en 1526, el Consejo
de Estado, no como lo había ideado Gattinara sino como un consejo
privado del monarca, de ahí que no tuviera presidente ni residencia
fija en época de Carlos. Los demás consejos se establecieron
en Valladolid, que se convirtió en la capital administrativa
hasta 1561.
Los Consejos estaban compuestos por
personas escogidas personalmente por el Rey (cumpliéndose una serie
de reglas no escritas a la hora de escogerlos) que, bajo la presidencia
del mismo Rey o de algún representante suyo (la mayoría de las veces)
discutían sobre algún tema. El Rey siempre tenía la última palabra,
pero no es imposible comprender el poder que acumulaban: primero,
porque el Consejo era el lugar donde el Rey pulsaba las posiciones
de diversas facciones nobiliarias, eclesiásticas o cortesanas. Segundo,
porque en épocas en las que el monarca no estaba capacitado (enfermedad,
guerra, etc.), ellos eran los verdaderos gobernantes en su área de
acción. Tercero, porque, en aquella época, los poderes legislativo,
ejecutivo o judicial no estaban estrictamente separados, por lo que
los Consejos se convirtieron en una especie de Tribunales de Apelación.
Cuarto, porque, ciertos Consejos tenían unidas tareas mundanales y
espirituales, por lo que solían tener las llaves del prestigio social
(Consejo de Órdenes, por nombrar el caso más claro), de importantes
ingresos económicos (Consejo de Cruzadas) o de clave política (Consejo
de la Inquisición).
En la Corona de Aragón la situación
era caótica. El Justicia de Aragón impidió gobernar al arzobispo
Alonso de Aragón alegando que, según las leyes aragonesas, el
cargo de gobernador sólo podía ser ejercido por el heredero
al Trono. La Audiencia Real de Aragón dio la razón al Justicia,
pero sentenció que el arzobispo podía gobernar en calidad de
curador de la reina Juana. Pero el Justicia tampoco lo permitió
entonces, alegando que Juana ya no era la heredera, puesto que
cuando se la juró como tal, se incluyó que si el rey tenía un
hijo varón, éste pasaría a convertirse en el heredero. Y, por
tanto, como en 1509 Fernando había tenido un hijo con Germana
de Foix, el juramento de Juana quedaba anulado (a pesar de que
el niño había muerto a las pocas horas de nacer). El 13 de Mayo
Carlos reconoció los poderes del arzobispo, como curador de
la reina Juana, pero, aun así, se rechazó prestarle juramento.
Por otro lado, la Diputación del Reino de Aragón reconoció a
Juana como heredera de la Corona, pero como por su enfermedad
no podía reinar, debía ser apartada del gobierno para que reinara
su hijo. A todo ello se añadía que ninguna institución de la
Corona de Aragón le reconocía a Carlos el título de Rey hasta
que no jurara los Fueros y libertades de los Reinos.
En este orden destaca la importante
labor de los secretarios. Al margen de la Cancillería, que desapareció
con el fallecimiento de Gattinara en 1530, el rey despachaba
con sus secretarios, que de ordinario ocupaban las secretarías
en los Consejos, puesto que al fin y al cabo, los secretarios
eran los encargados de trasladar al Rey las deliberaciones de
los Consejos y de comunicar a los miembros del Consejo las decisiones
y resoluciones del Rey; lo que evitó una parálisis en el gobierno,
permitiendo que funcionara el sistema. No obstante, su poder
iba más allá de esto, pues se convirtieron en los verdaderos
gestores de la voluntad Real. De sus transcripciones dependía
la exactitud con que el monarca percibía las declaraciones de
los miembros de los Consejos, aceleraban o retrasaban la entrega
de las deliberaciones al Monarca, controlaban la correspondencia
ordinaria y tomaban las decisiones preparando los documentos
para la firma y traficaban con la información privilegiada que
tenían y con su capacidad de acceso al monarca.
Durante su reinado, Hernán Cortés conquistó Nueva España (México), Francisco Pizarro conquistó el Imperio Incaico formando el Virreinato del Perú y Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó el pueblo de los Chibcha, en la actual Colombia. Los capitanes españoles Sebastián de Benalcázar y Francisco de Orellana, partieron del Reino de Quito en busca del mítico El Dorado. Benalcázar fundó en 1534 la ciudad de San Francisco de Quito mientras que Orellana, tras fundar Guayaquil, se internó en la Amazonía y descubrió el río Amazonas. Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo (1522), terminando el viaje que comenzó Fernando de Magallanes y sentando las primeras bases de la soberanía española en Filipinas y las Marianas.
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