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Número 5. Agosto de 1998. English language Menú pfrincipal

Camino de Santiago. Tramo Aragonés

 

Corría el año 800 cuando el rey Alfonso II de Asturias inició una política nueva para repoblar sus tierras y asentarlas, en lo que después se llamaría Castilla. En Galicia, encargó de este menester, al Obispo Teodomiro, quien repoblaría la zona comprendida entre los ríos Ulla y Tambre, tomando como base la ciudad de Iría. Este Obispo, cuando visitaba los restos de un antiguo "castro" romano (que tenía adosado su propio cementerio), vió una llama y como asegura la leyenda, fué entonces cuando pudo encontrar los restos del apóstol Santiago. La leyenda no asegura como se identificó al Apóstol, pero hay evidencia de que en una basa de una columna de la actual catedral de Santiago, fué empotrada una inscripción latina dedicada al diós Júpiter, que sin duda procede del templo romano, que todavía se conserva bajo el altar de la Catedral. En la mitología romana, Júpiter era el diós "tronante" y el Apóstol Santiago es llamado el "hijo del trueno". Dado que el cristianismo se apropió de la mayoría de las fiestas paganas, el paso del templo dedicado a Júpiter al dedicado a Santiago, es cosa sencilla. Junto al templo se encuentran todavía restos de enterramientos anteriores, que explicarían la luz vista por Teodomiro, debido a la presencia de "fuegos fatuos".

La noticia de este hallazgo se difundió en la zona de París (Francia) recibiéndose como cosa importante, ya que los restos atribuídos a Santiago, resultaban corresponder al único apóstol enterrado en el Occidente Europeo. Con estos acontecimientos, Iría se convirtió rápidamente en centro de peregrinaciones. El primer peregrino documentado, es Gorescalco, obispo del Puy (Francia), quuien hizo su viaje en el año 950. A partir de entonces, las peregrinaciones fueron constantes, para apagarse en el siglo XVI.

Las peregrinaciones tuvieron su importancia en el campo de la espiritualidad, pero también influyeron en otros campos; así, a lo largo del Camino surgieron una serie de iglesias románicas como por ejemplo, en España: la Catedral de Jaca, San Isidoro de León, Catedral de Santiago, etc., ...; y en Francia, San Saturnino en Toulouse, que indican la cota máxima del románico europeo. Por la ruta jacobea proliferaron núcleos de pequeños artesanos y comerciantes, como por ejemplo, en Jaca, donde la mayoría de sus habitantes se dedicaron en el siglo XII a la fabricación de zapatos, arneses y otros elementos imprescindibles para hacer el viaje hasta Santiago y poder volver. Los tribunales de justicia flamencos (Bélgica y Holanda) impusieron durante la Edad Media como castigo a delitos cometidos, la obligación de peregrinar a Santiago. También la Medicina es más cultivada, ya que existieron múltiples hospitales a lo largo del Camino. Se vió facilitada así mismo, la redistribución de la riqueza, puesto que el clero procuró atesorar bienes materiales además de los espirituales, con los que atendió necesidades de los peregrinos, dándoles gratuitamente dos noches de dormir, además de las comidas correspondientes. A corto plazo, esto condujo a cierta picaresca que consistió en que falsos peregrinos se dedicaran a recorrer el Camino en ambos sentidos y dejar tras de sí, la secuela del juego, la prostitución, la estafa y los robos.

Los peregrinos, buscaron en los primeros siglos rutas (que consideraron mejores) a base de antiguas calzadas romanas. Pero, entre 1070 y 1095, los reyes castellano y aragonés (Alfonso VI y Sancho Ramírez) fijaron la ruta, que fué tradicional durante los siguientes siglos: ramales de Somport-Jaca y de Roncesvalles-Pamplona, que se unían en Puente la Reina de Navarra, para continuar por Estella, Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Belorado y Burgos, Castrojeriz, Carrión de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Cebrero, Puerto Marín y Santiago.

Trazado Aragonés

En Aragón, el primitivo Camino, pasaba por el Puerto del Palo y Siresa, en los que la documentación del siglo X, habla de peregrinos. Tras la reorganización del Camino, en el reinado de Sancho Ramírez, el paso se llevó al Somport, donde se construiría el Monasterio-Hospedería de Santa Cristina (1077) que llegaría a ser el "tercer hospital" en importancia en toda la cristiandad. El camino seguía luego por Jaca (que fué convertida en ciudad en 1077, con este motivo) y Puente la Reina de Aragón, donde el trazado confluía con el que bajaba desde Siresa y Valle de Hecho. Las rutas de Pirineo, aglutinaban los peregrinos procedentes de Europa que partían generalmente en cuadrillas y que se concentraban en diversos puntos, antes de atravesar la frontera. El más importante de estos lugares de reunión se concentraba cerca de Ostabat, en el Bearn, desde donde se emprendía la ruta de Roncesvalles. Otro, era Olorón, desde donde los peregrinos seguían la ruta Oriental que cruzaba el Puerto de Somport (en aquellos tiempos, Puerto de Aspe), donde les esperaba hospedaje en el famoso priorato de Santa Cristina, uno de los mayores de la época. La ruta, seguía hacia el Sur por el valle del río Aragón; en Candanchú, había nuevamente un hospedaje (ruinas del Castillo, junto a la actual Estación de Esquí). El peregrino pasaba por Canfranc (donde se encuentra el primero de los puentes románicos que se mantiene en pié), Villanúa y Castiello, llegando poco después al Puente de San Miguel de bellos arcos apuntados, por el que se entraba en Jaca, y en donde se encontraban todos los servicios que la época podia ofrecer.

Cristo Románico

La Catedral de Jaca fué la primera gran obra románica de la península y su peculiar estilo se difundió por el Camino de Santiago. Además, la amurallada Jaca fue la capital de Aragón hasta finales del s. XII, cuando Huesca fué reconquistada a los musulmanes. A partir de Jaca, el camino se dirigía a Poniente siguiendo el curso del Aragón por su orilla izquierda hasta Puente la Reina (de Jaca) -donde estaba la poblacion real de Astorito en aquel tiempo-; aquí, los peregrinos podían optar por cruzar el río para tomar la ruta de Berdún-Sigüés-Tiermas o bien seguir por Martés-Artieda-Ruesta, para cruzar el río antes de Tiermas y volver a unirse los caminos, y de este modo continuar por tierras navarras hasta Puente la Reina (de Navarra), lugar en el que convergían los peregrinos que venían del Somport con los que descendían de Roncesvalles y así, seguirán juntos hasta Santiago de Compostela. Un desvío muy utilizado, fué el de Sangüesa.

Los peregrinos santiagueses, se caracterizaron por el uso de la venera y formaron en algunas poblaciones europeas cofradías de Santiago que, en la actualidad, aún perduran. Pero, en los primeros tiempos de las peregrinaciones muchos viandantes salvaban los Pirineos por la antigua calzada romana que cruzaba el Puerto del Palo y descendían por el Valle de Echo, siguiendo el curso del Aragón-Subordán. Se unirían, junto con el río, a la ruta del río Aragón, que venía del Somport. La fuente espiritual de este itinerario, era el monasterio carolingio de San Pedro de Siresa, por donde pasaba el peregrino antes de llegar a Echo. Este monasterio de Siresa, se fundó en el s. XI y fué el centro espiritual del primitivo reino de Aragón. Al llegar a Puente la Reina, algunos peregrinos, de entre los más cultos y ricos, se desviaban del Camino de Santiago para visitar el más famoso de los cenobios: San Juan de la Peña, edificado bajo una imponente roca de las bellas montañas del Sur de Jaca. Tal vez, el más célebre de estos peregrinos ha sido San Francisco de Asís, que en 1213 quiso visitar el que era uno de los más grandes centros históricos y religiosos de aquellos tiempos críticos para los incipientes estados cristianos, relacionado legendariamente con el Santo Grial y con la fundación del Reino de Aragón.

* Manuel Tomé Bosqued


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